8 de mayo de 2011

Sólo pretendía demostrarte que no estabas solo. Que no deseaba alejarme de vos bajo ningún punto de vista y que, por más mala racha que estuvieses o yo estuviese pasando, no iba a irme. Meses esperando que me explicaras. Meses. Y quizás suene irónico para vos que algún día leas esto pero después de haberte preguntado mil veces qué es lo que hice mal y de que te dignaras a contestar, lo único que pudiste decir fue "no quiero hacerte mal, me alejo por tu bien". ¡¿De que bien me hablas?! Tu ausencia es insalubre para mi, pero te importo una mierda, todo te importo una mierda. Vos eras todo lo bueno que quedaba en mi vida. Después de estar pensándote todo el día, a eso de las doce de la noche me digne a abrir mi mail. No habían nuevos mensajes, pero me quedé leyendo mis antiguas palabras, ya gastadas y frustradas. Pero para cuando me dispuse a cerrar la cuenta, vi uno de tus mails, viejos, obviamente porque desde principios de febrero que no me escribís ni me dirigís una puta sílaba por ningún estilo de medio de comunicación. Pero ¿ella? ella no es para vos. Te quería tanto pero tanto y ayer mientras me repetía lo ingenua y estúpida que soy, pensaba como fue que pude creer cada una de tus mentiras. Yo creyendo que estabas mal, que tenías problemas con tu familia, que tu vida se estaba cayendo de a pedacitos y mírate vos, quien lo hubiera imaginado. Pasándola como un rey, en brazos de una mujer, en brazos de una excusa tan grande como la que me dijiste para dejarme atrás. Después de todo, te dije mil veces que esto iba a suceder y no solo lo negaste, sino que me juraste que no ibas a dejarme. Que fácil te fue romper una promesa que para mí valía oro. El vacío inmenso que dejaste a tu paso es indescriptible, sos un abismo, el agujero negro que así como me lo dio todo, todo me lo quitó.

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